Se apagó la luz y se encendieron los parques

Ayer vivimos algo que parecía impensable: un apagón masivo dejó sin internet durante 8 horas a toda España, Portugal y parte de Francia. De repente, la rutina diaria, hiperconectada y dependiente de las pantallas, dio paso a una sensación extraña de tiempo libre inesperado. Sin notificaciones, sin emails pendientes ni redes sociales que revisar, nos vimos obligados a enfrentar una realidad que habíamos olvidado: el tiempo disponible existe, pero solemos llenarlo con cosas que no siempre lo merecen.
En mi caso particular, ese apagón me obligó a admitir algo que venía negando desde hacía tiempo: el problema no es la falta de horas, sino cómo decido emplearlas. Gracias a la desconexión forzada, pude finalmente abrir aquel libro que acumulaba polvo en la mesilla y disfrutar de un paseo largo, tranquilo y sin prisa por volver a consultar el móvil. Fue revelador darme cuenta de que, en realidad, esas actividades estaban siempre a mi alcance, esperando solo una pequeña decisión de desconectar voluntariamente.
Quizá lo más impactante no fue solo mi experiencia personal, sino ver cómo, por primera vez en mucho tiempo, los parques y las calles recuperaron vida. Grupos de adolescentes jugando al balón, charlando animadamente en bancos y plazas, redescubrieron que más allá de las pantallas existía un mundo real lleno de amigos, risas y encuentros auténticos. Durante unas horas, volvió esa imagen que muchos creíamos perdida: niños y jóvenes divirtiéndose sin necesidad de conexión wifi, como solíamos hacer antes de que internet lo invadiese todo.
En Deer Learn Academy creemos firmemente en este equilibrio entre tecnología y contacto humano. Aunque promovemos el aprendizaje digital y las competencias tecnológicas, nunca olvidamos la importancia de fomentar el aprendizaje colaborativo y presencial. El apagón nos recordó a todos que debemos recuperar esos pequeños momentos sin pantallas, esenciales para nuestro bienestar. Quizá no debamos esperar otro apagón para hacer algo tan sencillo como llenar los parques o abrir ese libro pendiente. ¿Y si empezamos desde hoy con pequeñas desconexiones voluntarias?